Cupido
(llamado
también Amor en la poesía latina) es, en la mitología romana, el dios del
deseo amoroso. Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del
amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se le representa
generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas
y aljaba.
Su equivalente en la mitología griega es Eros.
Su equivalente en la mitología griega es Eros.
Cupido
y Psique
El
escritor romano Lucio Apuleyo narró la historia de Cupido y Psique en su obra
El asno de oro.
Cuenta
Apuleyo que en cierta tierra remota hubo un rey y una reina, padres de tres
hijas. La menor y más bella de todas se llamaba Psique (representación del alma).
Su hermosura era tal, que le dio renombre de ser una segunda Venus. Su padre, a
través del Oráculo de Delfos, intentó conseguirle un compañero. El Oráculo le
dijo que ella no estaba destinada a ningún amante mortal, «porque el amor del
alma siempre es inmortal», sino un dios deforme y temible a los otros dioses y
hasta al mismo Plutón. Añadió también que debían abandonar a la princesa en un
monte al borde de un precipicio, pero vestida con su traje de bodas.
Venus,
celosa de la belleza de Psique, pidió a Cupido que usara sus flechas doradas
para hacer que Psique se enamorase del hombre más feo del mundo; Cupido accedió.
Mientras eso pasaba, Psique fue a la cima de la montaña. Céfiro, el dios del
viento del Oeste, llegó, la arrebató, y la condujo flotando suavemente en medio
de un bosque, donde había un magnífico palacio, al parecer deshabitado. En ese
momento apareció Cupido, quien al ver a Psique quedó prendado de su belleza.
Al
entrar Psique al palacio, se sorprendió de hallarlo lleno de joyas y adornos. Llegada
la noche, Cupido se unía a ella, y la dejaba antes de que amaneciera, recelando
ser visto: muchas noches duró esto. Cupido pidió a Psique que no encendiese
jamás ninguna lámpara porque no quería ser visto. La princesa se sentía muy
segura cuando él la visitaba por las noches, aunque no viese su rostro, pues
sentía que era el esposo anhelado.
El
rey y la reina, preocupados después de un tiempo, enviaron a sus hijas en busca
de Psique. Cupido prohibió a Psique que se dejara ver de ellas, pero viéndola
entristecida y melancólica, consintió al fin que les hablase, a condición de
que no siguiera sus consejos. Céfiro condujo al castillo a las hermanas de
Psique, quien después de contarles las dichas que gozaba, les dio ricos
presentes. En una segunda visita las hermanas descubrieron que Psique no veía a
su marido, y celosas como estaban de que su hermana menor viviera en tan
hermoso palacio, le dijeron que el Oráculo de Apolo había dicho que su esposo
era un monstruo, seguramente una serpiente que acabaría con su vida de una
manera horribble.
Psique,
aterrada por la funesta noticia, admitió el pérfido consejo de sus hermanas: a
la noche siguiente, cuando su esposo dormía, se salió del lecho para tomar una
espada con que darle muerte; mas en el instante en que tomó la lámpara, observó
que en lugar de un monstruo era el dios Cupido el que dormía. En el despecho de
haber dudado de su felicidad, Psique toma la espada e intenta clavársela en el
pecho, pero la espada se le cae de las manos; considera entonces usar el arco y
las flechas de Cupido, pero se hiere un dedo al tocar una punta de flecha. Se
vuelve para mirar de nuevo a su esposo, que le genera inmensa pasión, pero una
gota de aceite de la lámpara cae en la espalda de Cupido; éste despierta, y al
instante emprende el vuelo. Psique intenta detenerlo tomándolo por un pie, pero
la fuerza de Cupido es superior, y eleva a Psique.
Acercándose
a un ciprés, Cupido deja caer a Psique, reprochándole su desconfianza. Psique, desesperada,
se precipita a un rio, pero el agua la arroja en seguida a sus márgenes. Se
encuentra con el dios Pan, que trata de consolarla. Errando por el bosque, Psique
llega al fin a casa de una de sus hermanas, y le dice, para vengarse, que
Cupido la ha amenazado con casarse con una de ellas. Ilusionada, la hermana de
Psique, corre al precipicio desde donde esperaba que apareciese Céfiro para
conducirla, como había hecho con Psique, al palacio de Cupido. Cuando sintió un
extraño viendo sobre su rostro, la muchacha se lanzó al precipicio creyendo que
Céfiro la sostendría, pero pereció miserablemente. Psique se vengó de la misma
manera con su otra hermana.
Venus,
al enterarse de que su hijo sufría un cruel dolor, creyó su deber ir en busca
de Psique para hacerla sufrir por su temeridad. Psique, desde hacía días, caminaba
por el bosque en busca del palacio de su amado Cupido. Habiendo llegado cerca
de un templo, hizo un manojo de espigas que encontró esparcidas en el suelo, y
las ofreció a Ceres, rogándole le dispensara su protección; pero la diosa le
respondió que la única gracia que le podía hacer era no entregarla en manos de
su enemigo. Juno, a quien también halló en uno de sus templos, le dio la misma
respuesta en casi iguales términos.
El
Templo del Amor, en el Pequeño Trianon (Francia) resguarda en su interior una
estatua de Cupido.
Psique
decidió ir en busca de Venus, en cuya compañía estaría Cupido. Encuentra, en
efecto, a Venus, pero la diosa, indignada, no presta atención a sus súplicas y
sube al Olimpo. Ruega entonces a Júpiter que envíe a Mercurio en busca de
Psique, que estaba en el templo en ademán suplicante. Cuando Psique es
presentada a Venus, la diosa, irritada, le arranca el cabello, le hace trizas
la ropa, le da golpes en la cabeza, y habiendo en seguida formado un montón de
granos mezclados de trigo, cebada, mijo, adormideras, guisantes, lentejas y
habas, le mandó separar todos estos granos antes de que llegara la noche, y la
dejó en compañía de la
Tristeza y la
Solicitud.
Psique,
desolada, permaneció sin articular palabra e inmóvil, pero las oficiosas
hormigas separaron los granos y la sacaron del compromiso. Venus la mandó luego
a que le llevase una vedija de lana dorada de ciertos carneros que pacían en la
margen opuesta de un río en sitios inaccesibles. Psique, en vez de tratar de
cumplir la orden, intentó precipitarse a las aguas del rio, pero una cañavera, articulando
unos sonidos extraños, le enseñó el medio de tomar la vedija, que en seguida
llevó a Venus.
Venus,
a quien una obediencia tan eficaz no apaciguaba, ordenó entonces a Psique que
le llevase una vasija llena de una agua de color negro que corría de una fuente
custodiada por dragones. Un águila coge la vasija, la llena de dicha agua y la
pone en manos de Psique para que la presente a Venus. Una nueva tarea, más
difícil que las anteriores, se le ocurrió entonces a Venus. Como la diosa
lamentaba que a causa de la preocupación por su hijo su belleza había menguado,
mandó a Psique que descendiera al Inframundo y pidiera a Proserpina un cofre
que contuviese algunas de sus gracias.
Psique,
creyendo no encontrar otro medio de llegar al reino de Plutón que darse muerte,
fue a precipitarse de lo alto de una torre, cuando una voz le dijo que el
camino a los infiernos era por el Tenaro, cerca de Lacedemonia, pero que debía
ir provista de dos tortas, una en cada mano, y dos monedas, que llevaría en la
boca; que hallaría a Caronte, que la pasaría en su barca, dando a éste una de
las monedas, que él tomaría de su boca. Caronte la pasaría en su barca. Que
cuando encontrase al Cancerbero, que guarda la corte de Proserpina, le diese
una de las tortas, y que así hallaría a Proserpina, la cual después de acogerla
favorablemente, la convidaría a un festín que estaba próxima a dar, pero que
debía ser modesta y aceptar sólo sentarse en el suelo y comer pan moreno. Por
último, la diosa le daría el cofre, que debería cuidar de mantener cerrado. Psique
cumplió con las indicaciones que la voz le dio, y recibió de Proserpina lo que
Venus le pedía. Después que hubo salido de los infiernos, tuvo curiosidad de
abrir la caja con el objeto de tomar para sí alguna cosa de la belleza que
encerraba, mas sólo halló un vapor infernal y soporífero que la hizo caer en
tierra, aletargada.
No
hubiera despertado jamás si Cupido, curado de su despecho, no hubiese escapado
del palacio de su madre en busca de su querida Psique. La encontró dormida, la
despertó con un beso, volvió el vapor a la caja y le dijo a Psique que la
llevara a su madre. Cupido voló hacia el Olimpo, se presentó ante Júpiter, que
reunió a los dioses, prometiendo a Cupido que él mismo guardaría a su querida
Psique, y que Venus no haría más oposición a su enlace con ella. Previno al
mismo tiempo a Mercurio que condujera a Psique al Olimpo.
Psique,
admitida entre los dioses, bebió ambrosía y se hizo inmortal. Se preparó el
festín nupcial. Hasta la misma Venus tuvo que danzar. Cupido y Psique fueron
cubiertos con un velo transparente. Cupido sostenía una paloma, símbolo del
amor conyugal. Los dos tenían las manos ligadas con una cadena de perlas. Himeneo
los condujo, y en tanto un amorcillo coloca un cesto de frutas en la cabeza de
los esposos, otro prepara el lecho.
Desde
ese momento, Psique adquirió alas de mariposa, emblema ordinario del alma en
los antiguos, por lo común replegadas y en forma de concha. Celebradas las
bodas, Psique dio a luz pasado poco tiempo a las tres Gracias: Voluptas, la Gracia de la Voluptuosidad , Castitas,
la Gracia de la Castidad , y Pulchrito la Gracia de la Pulcritud. Esta
última Gracia, un balance entre las dos primeras.
El
poeta español Juan de Arguijo escribió un soneto sobre la leyenda de Psique y
Cupido:
A tu divina frente, oh
poderoso
niño, una venda con trabajo
y arte
tejí de oro y colores, donde
parte
retraté de tu triunfo
glorioso.
Allí se muestra atado al
victorioso
carro el gran Febo, que la
luz reparte,
preso Mercurio, encadenado
Marte,
y Vulcano con muestras de
celoso.
Ni se pudo librar con las
reales
insignias Jove: mal
pudiera Psique
resistir, si a éstos rinde
tu fiereza.
Agravan mi prisión mayores
males,
siendo fuerza que a un
niño sacrifique
mi firme amor, y a un
ciego mi belleza.
5 comentarios:
Me encantó Cupido, Laura, muy buen trabajo. Es siempre un mito muy hermoso
Carro de Triunfo
EN ESTA ENTRADA TAMBIÉN PUSE LA IMAGEN QUE MUCHO ME GUSTA Y BUSQUÉ LA HISTORIA QUE MUCHO ME GUSTA, TE LA PONGO POR SI TE APETECE PASAR A LEER EL POEMA.
http://ambaringles.blogspot.co.uk/2012/08/soplos-de-brisa.html
PRECIOSA LA HISTORIA, TODAS LAS CURIOSIDADES E IMPRUDENCIAS SE PAGAN, Y A PSIQUE LE COSTÓ CARO, COMO A MUCHOS DE NOSOTROS.
GRACIAS UN ABRAZO.
AMBAR.
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