domingo, 25 de enero de 2015

COMO ESTA LA RELACION DE PAREJA ? PODEMOS VERLA CON UNA TIRADA DE TAROT....


TIRADA DE TAROT PARA CONOCER COMO ESTA LA PAREJA,
SE REALIZA CON LOS ARCANOS MAYORES DEL TAROT
Y LES DAMOS UN EJEMPLO DE LECTURA
ESPERAMOS QUE LES SEA DE UTILIDAD
www.carrodetriunfo.blogspot.com
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viernes, 16 de enero de 2015

CUPIDO



Cupido

(llamado también Amor en la poesía latina) es, en la mitología romana, el dios del deseo amoroso. Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se le representa generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. 
Su equivalente en la mitología griega es Eros.

Cupido y Psique


El escritor romano Lucio Apuleyo narró la historia de Cupido y Psique en su obra El asno de oro.

Cuenta Apuleyo que en cierta tierra remota hubo un rey y una reina, padres de tres hijas. La menor y más bella de todas se llamaba Psique (representación del alma). Su hermosura era tal, que le dio renombre de ser una segunda Venus. Su padre, a través del Oráculo de Delfos, intentó conseguirle un compañero. El Oráculo le dijo que ella no estaba destinada a ningún amante mortal, «porque el amor del alma siempre es inmortal», sino un dios deforme y temible a los otros dioses y hasta al mismo Plutón. Añadió también que debían abandonar a la princesa en un monte al borde de un precipicio, pero vestida con su traje de bodas.
Venus, celosa de la belleza de Psique, pidió a Cupido que usara sus flechas doradas para hacer que Psique se enamorase del hombre más feo del mundo; Cupido accedió. Mientras eso pasaba, Psique fue a la cima de la montaña. Céfiro, el dios del viento del Oeste, llegó, la arrebató, y la condujo flotando suavemente en medio de un bosque, donde había un magnífico palacio, al parecer deshabitado. En ese momento apareció Cupido, quien al ver a Psique quedó prendado de su belleza.

Al entrar Psique al palacio, se sorprendió de hallarlo lleno de joyas y adornos. Llegada la noche, Cupido se unía a ella, y la dejaba antes de que amaneciera, recelando ser visto: muchas noches duró esto. Cupido pidió a Psique que no encendiese jamás ninguna lámpara porque no quería ser visto. La princesa se sentía muy segura cuando él la visitaba por las noches, aunque no viese su rostro, pues sentía que era el esposo anhelado.
El rey y la reina, preocupados después de un tiempo, enviaron a sus hijas en busca de Psique. Cupido prohibió a Psique que se dejara ver de ellas, pero viéndola entristecida y melancólica, consintió al fin que les hablase, a condición de que no siguiera sus consejos. Céfiro condujo al castillo a las hermanas de Psique, quien después de contarles las dichas que gozaba, les dio ricos presentes. En una segunda visita las hermanas descubrieron que Psique no veía a su marido, y celosas como estaban de que su hermana menor viviera en tan hermoso palacio, le dijeron que el Oráculo de Apolo había dicho que su esposo era un monstruo, seguramente una serpiente que acabaría con su vida de una manera horribble.

Psique, aterrada por la funesta noticia, admitió el pérfido consejo de sus hermanas: a la noche siguiente, cuando su esposo dormía, se salió del lecho para tomar una espada con que darle muerte; mas en el instante en que tomó la lámpara, observó que en lugar de un monstruo era el dios Cupido el que dormía. En el despecho de haber dudado de su felicidad, Psique toma la espada e intenta clavársela en el pecho, pero la espada se le cae de las manos; considera entonces usar el arco y las flechas de Cupido, pero se hiere un dedo al tocar una punta de flecha. Se vuelve para mirar de nuevo a su esposo, que le genera inmensa pasión, pero una gota de aceite de la lámpara cae en la espalda de Cupido; éste despierta, y al instante emprende el vuelo. Psique intenta detenerlo tomándolo por un pie, pero la fuerza de Cupido es superior, y eleva a Psique.
Acercándose a un ciprés, Cupido deja caer a Psique, reprochándole su desconfianza. Psique, desesperada, se precipita a un rio, pero el agua la arroja en seguida a sus márgenes. Se encuentra con el dios Pan, que trata de consolarla. Errando por el bosque, Psique llega al fin a casa de una de sus hermanas, y le dice, para vengarse, que Cupido la ha amenazado con casarse con una de ellas. Ilusionada, la hermana de Psique, corre al precipicio desde donde esperaba que apareciese Céfiro para conducirla, como había hecho con Psique, al palacio de Cupido. Cuando sintió un extraño viendo sobre su rostro, la muchacha se lanzó al precipicio creyendo que Céfiro la sostendría, pero pereció miserablemente. Psique se vengó de la misma manera con su otra hermana.
Venus, al enterarse de que su hijo sufría un cruel dolor, creyó su deber ir en busca de Psique para hacerla sufrir por su temeridad. Psique, desde hacía días, caminaba por el bosque en busca del palacio de su amado Cupido. Habiendo llegado cerca de un templo, hizo un manojo de espigas que encontró esparcidas en el suelo, y las ofreció a Ceres, rogándole le dispensara su protección; pero la diosa le respondió que la única gracia que le podía hacer era no entregarla en manos de su enemigo. Juno, a quien también halló en uno de sus templos, le dio la misma respuesta en casi iguales términos.


El Templo del Amor, en el Pequeño Trianon (Francia) resguarda en su interior una estatua de Cupido.
Psique decidió ir en busca de Venus, en cuya compañía estaría Cupido. Encuentra, en efecto, a Venus, pero la diosa, indignada, no presta atención a sus súplicas y sube al Olimpo. Ruega entonces a Júpiter que envíe a Mercurio en busca de Psique, que estaba en el templo en ademán suplicante. Cuando Psique es presentada a Venus, la diosa, irritada, le arranca el cabello, le hace trizas la ropa, le da golpes en la cabeza, y habiendo en seguida formado un montón de granos mezclados de trigo, cebada, mijo, adormideras, guisantes, lentejas y habas, le mandó separar todos estos granos antes de que llegara la noche, y la dejó en compañía de la Tristeza y la Solicitud.
Psique, desolada, permaneció sin articular palabra e inmóvil, pero las oficiosas hormigas separaron los granos y la sacaron del compromiso. Venus la mandó luego a que le llevase una vedija de lana dorada de ciertos carneros que pacían en la margen opuesta de un río en sitios inaccesibles. Psique, en vez de tratar de cumplir la orden, intentó precipitarse a las aguas del rio, pero una cañavera, articulando unos sonidos extraños, le enseñó el medio de tomar la vedija, que en seguida llevó a Venus.
Venus, a quien una obediencia tan eficaz no apaciguaba, ordenó entonces a Psique que le llevase una vasija llena de una agua de color negro que corría de una fuente custodiada por dragones. Un águila coge la vasija, la llena de dicha agua y la pone en manos de Psique para que la presente a Venus. Una nueva tarea, más difícil que las anteriores, se le ocurrió entonces a Venus. Como la diosa lamentaba que a causa de la preocupación por su hijo su belleza había menguado, mandó a Psique que descendiera al Inframundo y pidiera a Proserpina un cofre que contuviese algunas de sus gracias.
Psique, creyendo no encontrar otro medio de llegar al reino de Plutón que darse muerte, fue a precipitarse de lo alto de una torre, cuando una voz le dijo que el camino a los infiernos era por el Tenaro, cerca de Lacedemonia, pero que debía ir provista de dos tortas, una en cada mano, y dos monedas, que llevaría en la boca; que hallaría a Caronte, que la pasaría en su barca, dando a éste una de las monedas, que él tomaría de su boca. Caronte la pasaría en su barca. Que cuando encontrase al Cancerbero, que guarda la corte de Proserpina, le diese una de las tortas, y que así hallaría a Proserpina, la cual después de acogerla favorablemente, la convidaría a un festín que estaba próxima a dar, pero que debía ser modesta y aceptar sólo sentarse en el suelo y comer pan moreno. Por último, la diosa le daría el cofre, que debería cuidar de mantener cerrado. Psique cumplió con las indicaciones que la voz le dio, y recibió de Proserpina lo que Venus le pedía. Después que hubo salido de los infiernos, tuvo curiosidad de abrir la caja con el objeto de tomar para sí alguna cosa de la belleza que encerraba, mas sólo halló un vapor infernal y soporífero que la hizo caer en tierra, aletargada.

No hubiera despertado jamás si Cupido, curado de su despecho, no hubiese escapado del palacio de su madre en busca de su querida Psique. La encontró dormida, la despertó con un beso, volvió el vapor a la caja y le dijo a Psique que la llevara a su madre. Cupido voló hacia el Olimpo, se presentó ante Júpiter, que reunió a los dioses, prometiendo a Cupido que él mismo guardaría a su querida Psique, y que Venus no haría más oposición a su enlace con ella. Previno al mismo tiempo a Mercurio que condujera a Psique al Olimpo.
Psique, admitida entre los dioses, bebió ambrosía y se hizo inmortal. Se preparó el festín nupcial. Hasta la misma Venus tuvo que danzar. Cupido y Psique fueron cubiertos con un velo transparente. Cupido sostenía una paloma, símbolo del amor conyugal. Los dos tenían las manos ligadas con una cadena de perlas. Himeneo los condujo, y en tanto un amorcillo coloca un cesto de frutas en la cabeza de los esposos, otro prepara el lecho.
Desde ese momento, Psique adquirió alas de mariposa, emblema ordinario del alma en los antiguos, por lo común replegadas y en forma de concha. Celebradas las bodas, Psique dio a luz pasado poco tiempo a las tres Gracias: Voluptas, la Gracia de la Voluptuosidad, Castitas, la Gracia de la Castidad, y Pulchrito la Gracia de la Pulcritud. Esta última Gracia, un balance entre las dos primeras.
El poeta español Juan de Arguijo escribió un soneto sobre la leyenda de Psique y Cupido:


A tu divina frente, oh poderoso
niño, una venda con trabajo y arte
tejí de oro y colores, donde parte
retraté de tu triunfo glorioso.
Allí se muestra atado al victorioso
carro el gran Febo, que la luz reparte,
preso Mercurio, encadenado Marte,
y Vulcano con muestras de celoso.
Ni se pudo librar con las reales
insignias Jove: mal pudiera Psique
resistir, si a éstos rinde tu fiereza.
Agravan mi prisión mayores males,
siendo fuerza que a un niño sacrifique
mi firme amor, y a un ciego mi belleza.