sábado, 28 de febrero de 2015

LIBRA - MITOLOGIA DE LA CONSTELACION





 
LIBRA – MITO DE LA CONSTELACION

En la vieja astrología se pensaba que la Libra era la constelación del equilibrio, la justicia y significaba equidad, buenas relaciones y contactos, ánimo artístico y pasión amorosa.
No es una constelación notoria, pero la figura del cometa delineada por sus cuatro estrellas más brillantes se distinguen sin dificultad. Como el Sol se haya en Libra en el equinoccio de otoño, cuando días y noches son iguales, se supone que esta es la razón para identificarla como balanza
.


Séptima constelación del zodiaco.
Los griegos primitivos cambiaron las estrellas del Altar con las del Escorpión, designándolas como las tenazas de éste.
Libra es el único signo del zodiaco que no se originó en el Éufrates.
La declaración de Libra como constelación separada la debemos a los romanos. Cuando Julio César llamó a Roma a los astrónomos alejandrinos para calcular el calendario juliano, los astrónomos cambiaron el Altar en sus mapas celestes para sustituir en ellos la figura de Julio César, sosteniendo una balanza y administrando justicia. Después de la muerte de César se eliminó su figura y sólo quedó la balanza.
Símbolo astronómico es una balanza estilizada.

Para la mitología griega esta constelación simboliza esa rivalidad muerte-vida por la historia del rapto de Perséfone (Proserpina en Roma).

“EL OTRO VIENE A TRAER EL CAOS” Rompe la pureza, primitivo, el terrorista, el salvaje. Amo y esclavo. Idea de lujo, belleza, lealtad, sublimación. Transformar agresividad en cultura. Sabiduría.

Libra es el ideal no de perfección (masculino) sino el ideal de lo femenino “plenitud”. Verdad, bien, belleza.


Deméter/Ceres: 
 

Hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, cuida los trigales, facilita su germinación y asegura la madurez de los frutos. Personifica, pues, la fertilidad y riqueza de la tierra, y se la considera inventora de la agricultura cerealista. 
El mito fundamental de Deméter, que constituye el corazón de los misterios eleusinos, es su relación con Perséfone, su hija y ella misma de joven. En el panteón olímpico, Perséfone fue consorte de Hades (Plutón para los romanos, dios de la riqueza del inframundo). Perséfone se convirtió en diosa del inframundo cuando Hades la secuestró en la tierra y le llevó con él. Perséfone había estado jugando con algunas ninfas (o Leucipe) a quienes Deméter convirtió en sirenas como castigo por no haber intervenido. La vida se paralizó mientras la deprimida Deméter (diosa de la tierra) buscaba a su hija perdida (descansando en la piedra Agelasta). Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra y obligó a Hades a devolver a Perséfone enviando a Hermes para rescatarla. Pero antes de liberarla, Hades le engañó para que comiese seis semillas de granada, lo que le obligaba a volver seis meses cada año. Cuando Deméter y su hija estaban juntas, la tierra florecía de vegetación. Pero durante seis meses al año, cuando Perséfone volvía al inframundo, la tierra se convertía de nuevo en un erial estéril.
Estos seis meses son los de verano, pues en Grecia es cuando toda la vegetación muere por el calor y la falta de lluvia. Por el contrario, el invierno traía abundantes lluvias y temperaturas suaves, floreciendo la vida vegetal. Fue durante su viaje para rescatar a Perséfone del inframundo cuando Deméter reveló los misterios eleusinos. En una versión alternativa, Hécate rescató a Perséfone. En otras versiones Perséfone no era engañada para comer las semillas de granada sino que decidía comerlas por sí mismas. Algunas versiones afirman que comió cuatro semillas en lugar de seis. En cualquier caso, el resultado final es la ocurrencia del verano, la primavera, el otoño y el invierno.
El verdadero simbolismo mítico de la diosa Deméter se encuentra desarrollado en el "Himno de Homero a Deméter", en el que quizá lo más destacado sea la relación constante con Perséfone, su amada hija. En él se explica la actitud mantenida por la diosa, en contra de la opinión de los demás dioses del Olimpo, y que consista en seguir por todos los caminos del mundo el posible rastro de su hija.

El lugar exacto en el que se hallaba Perséfone resulta difícil de situar, puesto que se han señalado varios. Entre ellos, el más nombrado corresponde a la región de Sicilia, pero también se enuncian sitios como la Arcadia, Samotracia y el monte Cilene. El caso es que uno de estos paradisíacos lugares fue testigo directo de la desaparición de la querida hija de Deméter, mientras que ella sólo había oído un grito desgarrador que la hizo sospechar que Perséfone había traspasado la frontera del abismo. Lo que nunca imaginó fue que el propio Zeus había tomado parte en tan vergonzosa acción. Lo cierto es que, después de haber oído tan desgarrador grito, proveniente de la garganta de su hija, la diosa Deméter perdió la razón y una terrible angustia se apoderó de ella. Para calmarse, inició una búsqueda infructuosa y llena de incertidumbre. Estuvo vagando por la tierra durante más de nueve días y nueve noches, y en sus manos llevaba dos antorchas encendidas. No se concedía descanso ni refrigerio alguno hasta que, por fin, y a punto ya de desfallecer, se encontró con la titánide Hécate que también había oído el desgarrador grito de Perséfone y, aunque no pudo identificar a su raptor, sin embargo, le manifestó a Deméter que la cabeza de éste se hallaba cubierta por oscuras sombras. Un dato tan significativo era suficiente para alertar a la diosa. No obstante, decidió consultar a Helios, el dios Sol, que, desde su altura, lo veía todo. Éste le confirmó sus sospechas: el ladrón de su hija había sido Hades, el dios de la oscuridad y de las tinieblas insondables del abismo.

Explica Homero los que vio Helios. Perséfone estaba en un lugar paradisíaco y bucólico, acompañada por hermosas ninfas que se entretenía en recoger flores silvestres que crecían entre la hierba espesa de las verdes laderas de Sicilia. En esto, descubrió un narciso, cuyo olor y colorido le atrajo de inmediato; en cuanto se agachó para acariciarlo cedió la tierra bajo sus delicados pies y se formó un enorme agujero del que emergió la figura de Hades, el dios del Tártaro y del abismo. Enseguida sujetó a Perséfone y la introdujo en sus dominios subterráneos, mientras que la infeliz muchacha sólo tuvo tiempo de gritar y llamar a su madre.

Desde entonces Deméter será considerada una viajera infatigable porque recorrió el mundo entero en busca de su hija Perséfone. Algunas versiones de los hechos, afirman que todo comenzó cuando Afrodita pidió a Eros que lanzara una de sus flechas a Hades. Ocurriera esta petición o no, el caso es que el dios de los infiernos acaba raptando a Perséfone.

Por su parte, Deméter acaba descubriedo la confabulación que se había formado para raptar a su hija y en cuanto supo que el fatídico narciso lo había puesto allí Gea, es decir la Tierra, porque así lo había ordenado Zeus, se negó a vivir en el Olimpo y exigió la liberación inmediata de su amada hija. El desconsuelo de la diosa era tal que el propio Zeus mandó emisarios para que regresara con los demás dioses, pues temía que la raza humana sucumbiera y se extinguiera, puesto que todo fruto se había secado y la tierra permanecía improductiva. Primero fue Iris, la más veloz de entre los mensajeros de Zeus y, a continuación, fueron en busca de Deméter todos los demás dioses. Pero ella se niega a bendecir la tierra mientras no esté a su lado Perséfone. Fue entonces cuando Hermes, el mejor mensajero de los dios, baja al Tártaro a pedirle a Hades que la libere. Más el astuto rey de las sombras le ofrece a su amada un grano del fruto del granado, que simboliza la unión indestructible por el Perséfone quedará ligada para siempre a las moradas subterráneas y a su dueño.

Desde entonces, se establece que durante seis meses la muchacha vivirá con Hades, mientras que otros seis meses deberá pasarlos con su madre en el idílico Olimpo. Deméter acaba aceptanco y, por fin, queda resuelto el asunto. Ya antes, Hades se había encargado de poner a disposición de Perséfone todos los bienes del Tártaro: "Aquí tú serás la dueña de todo cuanto vive, de todo cuanto se arrastra por el suelo. Tú obtendrás entre los inmortales los mayores honores. En cuanto a los hombres que hayan vivido en la injusticia, encontrarán aquí su castigo de todos los días, al menos aquellos que no aplaquen tu cólera mediante sacrificios y santas prácticas."

Ahí termina el relato de lo ocurrido en el Olimpo, sin embargo, Deméter recorrió un largo camino fuera de la idílica morada de los dioses en busca de su hija. De hecho, antes de encontrarla vivió distintos avatares entre los mortales que aún perduran entre los recuerdos de la narrativa popular. Cuentan que Deméter ya había recorrido un largo camino, cuando decidió sentarse a descansar a la vera de un sendero angosto que cruzaba la región de Eleusis. Apoyada sobre una piedra tosca, reflexionaba la diosa acerca de su infortunio, pues aún no había hallado ni rastro de su hija, cuando una muchacha, que venía de recoger agua del cercano pozo que allí mismo manaba, se acercó a ella con la sana intención de ayudarla. Ya que el aspecto avejentado de Deméter no arredró a la noble hija del rey Celeo, que gobernaba en el Ática. La muchacha rogó a la diosa que le contara su infortunio. Deméter dio rienda suelta a su imaginación y se dispuso a explicar a su joven interlocutora todas las cuitas y avatares que pudo imaginarse en aquellos momentos. Y, así, contó que había sido abandonada por unos piratas que arribaron a las costas del Ática y que la crueldad de estos malhechores no tenía límites, pues anteriormente la habían raptado y apartado de los suyos.

Por esto, se encontraba tan maltrecha y desesperada, que se atrevía a recabar de la joven ayuda material. Necesitaba hallar un trabajo en el palacio de su padre, bien fuera de nodriza, de niñera o de criada, pues conocía todas las labores propias de las mujeres experimentadas del Ática. La hija del rey Celeo intercedió ante su buen padre y, de este modo, tuvo Deméter oportunidad de mostrar sus cualidades y poderes en la corte.

Cuentan las crónicas de los cantores de mitos que en cuanto la misteriosa viajera se encontró socorrida por el rey de Eleusis y los suyos, olvidó con premura sus cotidianos sufrimientos y, al menos durante un tiempo prudencial, desechó aquella amargura que antaño la embargara. Ya no se acordaba de cuando se hallaba "recostada en una piedra de un desconocido camino, con su corazón desgarrado por el dolor, cerca de una fuente de aguas cristalinas, a la sombra de un espeso olivo que la cubría con sus ramas."

A la misteriosa viajera se le encomendó el cuidado de un niño pequeño, Demofonte, hijo de Celeo y de su esposa Metanira. La criatura no gozaba de buena salud, por lo que tenía profundamente apenados y preocupados a sus padres; éstos habían recurrido a los más afamados curanderos de todos los países, en demanda de ayuda para su delicado niño y, hasta entonces, todo había resultado inútil. Ningún remedio había sido hallado aún para contrarrestar la enfermedad o el mal padecidos por él.

Mas en cuanto Deméter se constituye en su nodriza y protectora todo cambia radicalmente. Y es que la diosa, agradecida por la hospitalidad de sus anfitriones, quiere devolverles con creces el favor y las atenciones que la han dispensado. Para ello, amamanta al niño con ambrosía, el manjar con miel de los dioses, lo mecerá en su acogedor regazo y lo cubrirá de su curativo aliento. Intentará, también, hacerlo inmortal e inmune al dolor y la miseria de los humanos; más, a punto ya de lograrlo, sucedió lo irreparable.

El ritual para obtener la inmortalidad consistía en que cada noche, después de que todos los servidores del palacio de Celeo se retiraran a sus respectivos aposentos, la diosa cogía al pequeño con ternura y lo tendía sobre el rescoldo de una lumbre que ella misma había encendido. Pero Metanira, que ya con anterioridad se había sorprendido ante el aluvión de luz que inundara el palacio, debido a la presencia de la mujer misteriosa que siempre se cubría el rostro con un velo, siguió a Deméter hasta el lugar en el que la diosa se disponía a iniciar como cada noche su ritual.

Observó con gran temor el modo cómo la diosa depositaba a su delicado hijo entre las llamas de una hoguera y huyó, al punto, despavorida. Los gritos de la madre asustaron a Deméter y, en aquel mismo momento, la diosa descubrió su identidad, en un intento de tranquilizarla. Sin embargo, todo el encantamiento quedó roto y Deméter no pudo darle la inmortalidad. Entonces decidió enseñarle una manera de atraer hacia él las miradas y el agradecimiento de los demás mortales. Todas las artes de la siembra, la siega y la recogida de los frutos de la cosecha, le fueron enseñados a Demofonte por la agradecida diosa. También le regaló un hermoso carro, cuyos corceles eran dragones de enormes dimensiones, con el que se podía viajar a los diferentes lugares y rincones del mundo con el fin de enseñar a todos los humanos los métodos más idóneos para labrar y sembrar la tierra, y producir frutos sanos y copiosos. Y, desde entonces, comienzan a utilizarse instrumentos como el arado.

Pero además Deméter protagonizó otras muchas narraciones ocurridas en la tierra. Entre ellas podría destacarse, por ejemplo, el castigo que infligió a un hijo del rey de Tesalia, llamado Erisictión, por talar un bosque que ella le había avisado que era sagrado. Erisictión, temido entre sus súbditos y allegados a causa de sus modos violentos e intemperantes, desoyó también el mandato de la diosa seguro de su violento proceder. El castigo que le sobrevino fue de tan sutil naturaleza que sólo una deidad como Deméter pudo haberlo ideado e infligido. La diosa Deméter le condenó a tener, continuamente, un hambre tal que ningún alimento pudiera saciarle. Había gastado todo su patrimonio en comida, pero no se había saciado. Antes bien, seguía ansioso por comer cuanto caía en sus fauces; más que comer, devoraba alimentos. Estos escaseaban ya de tal manera que su propia hija, al verle mendigar y pedir alimentos, decidió recurrir al poder de transformarse en esclava, que le había concedido su antiguo amante Poseidón. De este modo, Erisictión pudo sacar beneficios de la venta intermitente de su hija. Mas todos los esfuerzos resultaron inútiles, pues, al final, aquél terminó, en un arrebato de locura, devorándose a sí mismo.

 
Ceres o Deméter, es el símbolo de la pureza y la regeneración, a través de la que encontramos el camino de regreso al País de la Vida Eterna.

LIBRA TIENE EL HEXAGRAMA Nº 20 “LA CONTEMPLACION”
Kuan, la contemplación
Sentencia: Estar atentos y meditar para tomar la mejor decisión. Si nos afecta directamente se requiere concentración, así también los demás reaccionarán de mejor modo.
Comentario:
Observar lo que nos rodea para modificar el punto de vista. Comprender a los otros depara honor y comprensión. De este modo nos seguirán compañeros y personas.

EL JUICIO DE LA VERDAD: TIRESIAS

Tiresias, el vidente de Tebas. Según la mitología griega, Tiresias -quien había sido mujer durante siete años- es convocado por Zeus y Hera para mediar en una controversia matrimonial sobre quiénes, hombres o mujeres, gozan más en el amor. Tras escoger a la mujer, Hera lo enceguece pero Zeus le concede el don de la adivinación y una vida prolongada. Tiresias aprovecha sabiamente esta habilidad, advirtiendo a Edipo sobre el incesto involuntario que estaba cometiendo y previniendo a Narciso acerca de conocerse a sí mismo.

Se cuenta también que una vez paseando por el monte vio dos serpientes copulando y las separa matando a la hembra y entonces se convierte en mujer.
Con el tiempo, vuelve y ve otra vez las serpientes copulando…esta vez mata al macho y se convierte nuevamente.

También cuentan que Tiresias ve a Atenea desnuda y ésta lo dejó ciego.

EL JUICIO DEL BIEN: ORESTES

Hijo del rey de Micenas, Agamenón. Cuando era pequeño su madre Clitemnestra asesinó a Agamenón que acababa de regresar de Troya. Su hermana Electra logra que el niño encuentre refugio en Crisa, donde se hizo amigo de Pílades. Acude al santuario profético de Delfos a preguntar cuál es su deber tras la muerte de su padre. Por orden del oráculo mata a su madre Clitemnestra y a su amante, Egisto, tío en segundo grado suyo con la ayuda de Electra y de su inseparable amigo Pílades. Pero no acaban allí sus problemas. Las diosas de la locura, las siniestras Erinias (nacidas de la sangre de Urano), le persiguen noche y día. Orestes llega a enloquecer y sólo encontrará el sosiego si resulta absuelto ante el tribunal ateniense del Areópago. Los votos resultan empatados, y sólo la diosa Atenea lo exculpa deshaciendo con su voto de calidad el empate.


CASANDRA:

Princesa troyana, dotada del arte de la adivinación. Hija del rey Príamo y hermano de Héctor y Paris. Apolo se enamoró de ella y le regaló el don de la profecía, mas al no corresponder Casandra a su amor, el dios la castigó a que nadie le creyera, a pesar de que sus vaticinios se iban a cumplir. Una ocasión célebre fue cuando avisó a los troyanos de que no dieran acogida en la ciudad al Caballo de Troya. Tampoco entonces le hicieron caso, y el consiguiente desenlace fue que del interior del caballo salieron los soldados que acabaron con la ciudad.

Casandra fue entregada como concubina al Rey Agamenón de Micenas. Éste ignoraba que mientras guerreaba en Troya, su esposa Clitemnestra había comenzado un romance con Egisto. Cuando Agamenón y Casandra regresaron a Micenas, Clitemnestra le pide a su marido que anduviera por encima de una alfombra morada, el color que simboliza a los dioses. A pesar de que Casandra le avisó que no lo hiciera reiteradamente, el Rey la ignoró y cruzó la alfombra, cometiendo un sacrilegio. Clitemnestra y Egisto asesinaron a ambos. En algunas versiones, Casandra y Agamenón habían tenido gemelos: Telédamo y Pélope. Ambos fueron asesinados también por Egisto.

 MAAT:

Maat, símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía cósmica; también era representada como diosa, la hija de Ra en la mitología egipcia.
Fundamentalmente, Maat es un concepto abstracto de justicia universal, de equilibrio y armonía cósmicos que imperan en el mundo desde su origen y es necesario conservar. Resume la cosmovisión egipcia, similar a la noción de armonía y areté, propia del mundo helénico, o a la idea de virtud, del mundo judeo-cristiano.
El jeroglífico que la representa es una pluma de avestruz, vertical, en perfecto equilibrio y otras variantes. Este símbolo aparece en la representación del Juicio de Osiris, el momento en que se pesaba en una balanza de dos platos el Ib (conciencia) del difunto, en uno se depositaba el corazón del difunto (símbolo de su conciencia) y en el otro aparecía el jeroglífico Maat (símbolo de la armonía y justicia universal). Si aquel pesaba igual que el segundo, el fallecido lograba su estancia eterna en el Más Allá. Si no, la serpiente Apofis lo devoraba.


 LIBRA


La balanza. Representa el equilibrio, la justicia, la armonía, la delicadeza.


Del 23 de Septiembre al 23 de Octubre aproximadamente.

Elemento: Aire
Modalidad: Cardinal
Polaridad: Masculina (Yang)
Planeta regente: Venus
Casa: 7
Metal: Cobre
Piedra: Diamante, cornalina, Lapislázuli
Color: Verde claro, azul claro
Constelación: Libra


♥☻♥♠♥☻♥

ESPERAMOS QUE LES SEA UTIL Y AMENA ESTA ENTRADA
Y LES DEJAMOS UN GRAN CARIÑO PARA TODOS !!
ANA MARIA PONTE Y LAURA CORNEJO

Fuente: Wilkipedia para algunos términos.
Trabajo realizado en base al maravilloso curso dictado por el 
Prof.  Alberto Chislovsky – C.A.B.A

4 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Yo soy de libra!!

Y si, no hay nadie de libra malo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Hermosas.
Muy interesante, me gustan estas historias del cosmos.
A ver cuando llegue mi signo que cuenta la historia y si puedo decir como Gaucho, que no hay nadie de.... malo.
Un abrazo.
Ambar.

CARRO DE TRIUNFO dijo...

Buenísimo yo soy de Libra y me siento
identificada
Ya llegará el tuyo Ambar
Carro de Triunfo agradece el trabajo
de Laura, y las menciones del Gaucho y Ambar.

María dijo...

Hola cómo estás, yo también soy libra.
Muy buen trabajo.