domingo, 16 de mayo de 2010

LIBRA - EL ORIGEN MITOLOGICO DE LOS SIGNOS

ORÍGENES MITOLÓGICOS DE LOS SIGNOS


LIBRA (La balanza)


Es curioso, pero en los restos que nos quedan de los antiguos pueblos
mesopotámicos no ha sido hallada ninguna representació n de éste Signo
zodiacal. Dibujos provenientes de cilindros Asirios han demostrado sin
embargo, que los espacios del Zodíaco ocupados en la actualidad por las
constelaciones de Libra y de Escorpión, se répresentaban gráficamente
mediante dos escorpiones. Las referencias de los astrónomos griegos Eudoxio
(409-365 A.C.) e Hiparco (Siglo II A.C.) que sólo conocieron once Signos
zodiacales, nos indican que la parte que hoy corresponde a Libra formaba
entonces las llamadas "garras" o "tenazas" del arácnido. Escorpión abarcaba
pues, el espacio de los Signos séptimo y octavo, ocupados respectivamente
por las tenazas y la cola. Fue, según parece el célebre astrónomo griego
Cleóstrato (Siglo V A.C.), quien dispuso con regularidad las estrellas del
Zodíaco y las distribuyó en las once figuras o Signos que acabamos de
referir.


Los Romanos por su parte, y con el fin de que cada Signo correspondiese a
una constelación y cada una de éstas representará un mes del año, dividieron
la figura de Escorpión en dos partes iguales. Para ello colocaron la figura
de Julio César en una de las dos particiones de 30° que llevaron a cabo. La
balanza que sostenía en la mano aquel personaje, simbolizaba la justicia y
la equidad y servía al mismo tiempo, para recordar que fue su portador quien
dividió el año de una manera exácta, renovando con ello el calendario que
llevó su nombre durante siglos, hasta la adopción del Gregoriano. Estas
fueron las causas de que el nuevo Signo recibiera el nombre de Libra (la
balanza) y de que además representara la igualdad del día y la noche en el
equinoccio de otoño, lo que equivale a decir que, en ese preciso momento, la
luz y la sombra tienen la misma duración.


El mito libriano, está representado por el séptimo trabajo de Hércules, el
cual consistía en la captura de un enorme jabalí que asolaba la región. Para
este trabajo, Hércules decide no matar al jabalí, ya que aun le quedan
resabios de su trabajo anterior (Virgo). Cuando se halla camino a su tarea,
se encuentra con un amigo, Folos, un centauro que lo invita a festejar y
beber vino en grandes cantidades, esto hace que Hércules olvide su trabajo.
Ya en estado de embriaguez y ante la llegada de otros centauros con los que
se genera una gran discusión, sin tener noción de su estado mata a su amigo.
Nuevamente la muerte lo persigue, por ello, y dandose cuenta de lo que ha
hecho, huye y vuelve a su trabajo de vencer al jabalí. Lo sigue y con gran
habilidad lo captura y lo conduce al pueblo donde victorioso da por
finalizado el trabajo. La gran lección que deja este trabajo, es la que nos
muestra que los vapores del placer deben disiparse antes de emprender la
tarea del autodominio. Por ello podemos decir que la búsqueda del placer es
necesaria para el desarrollo del alma, ya que sin una tragedia previa, los
potenciales del equilibrio permanecen latentes sin desarrollarse.

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