ORÍGENES MITOLÓGICOS DE LOS SIGNOS
ESCORPIÓN (El Escorpión)
Los antiguos eligieron al escorpión para representar el definitivo descenso
del Sol después del equinoccio de otoño (cuando la noche se hace más larga y
el día más corto), debido a su peculiar forma de vida y a su marcada
tendencia por los lugares apartados y oscuros. Recordemos además, que cuando
aún no existía Libra, ocupó doble espacio en el Zodíaco.
La epopeya de Gilgamesh, a la que ya nos referimos anteriormente, describe
el pasaje tenebroso que el Sol utiliza para atravesar la montaña de
occidente como custodiado por una pareja monstruosa. Estos míticos seres,
hombres desde la cabeza hasta la cintura y escorpiones en la parte restante,
poseían una mirada letal y, al menos en Babilonia representaban al alacrán
que combatió al lado de la diosa Tiamat en su guerra contra Marduk. En
Egipto dicho Signo se reservaba para el dios Seth, conocido por sus maldades
y traiciones. Entre los hebreos se identificaba con "Dan, que será como la
serpiente... ", en tanto que para los griegos, el Escorpión será el que Gea
la Tierra, envió a dar muerte al hábil cazador Orión, demasiado galante y
vanidoso.
El mito escorpiano está representado por el octavo trabajo de Hércules, en
el que se le pide ayuda para vencer a la monstruosa Hidra del pantano de
Lerma.
La Hidra, era una criatura de nueve cabezas, una de ellas inmortal, y tenía
la característica de que si se le cortaba una cabeza mortal, crecían dos en
su lugar. La Hidra se manejaba siempre dentro del pantano y en la oscuridad
del mismo. Para poderla sacar de su guarida, Hércules utilizó flechas
encendidas, y cuando ésta salió de la misma, se trabó en lucha. En el fragor
de la misma, cada vez que cortaba una cabeza, aparecían dos nuevas en la
batalla y así la fuerza de la Hidra se incrementaba. Hércules recordó
entonces las palabras de su Maestro, "Ascendemos arrodillándonos, vencemos
cediendo, ganamos renunciando" , entonces soltó su espada, se arrodilló,
tomó a la Hidra por debajo con sus manos, y la elevó por el aire. Cuando la
Hidra tomó contacto con la luz del Sol y con el aire puro, las cabezas
mortales fueron perdiendo fuerza y sucumbieron, entonces cortó la cabeza
inmortal, y la enterró debajo de una roca. La gran lección que deja este
trabajo, es la que nos muestra que las nueve cabezas de la Hidra, son los
problemas cotidianos que debemos afrontar y superar, que debemos transmutar,
y que son: la sexualidad, la comodidad, el dinero, el miedo, el odio, el
poder, el orgullo, la separatividad, y la crueldad; y que lo podremos hacer
recordando las palabras del Maestro:
"Ascendemos arrodillándonos, vencemos cediendo, ganamos renunciando"
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